La Cruz de Ferro


Pasando la población de Foncebadón y siguiendo el camino de Santiago, se encuentra la Cruz de Ferro, monumento emblemático, donde los peregrinos a través de los tiempos han ido depositando una piedra.

Esta tradición de depositar piedras en lugares simbólicos de los caminos hasta formar montículos es una tradición pagana de origen probablemente celta. A estos montículos se les llamaba Montes de Mercurio en honor del dios Mercurio.

La costumbre se cristianizó tras colocar el abad Gaucelmo, (abad de la alberguería de Foncebadón y de la de Manjarín), a principios del siglo XI, la cruz original, hoy depositada en el Museo de los Caminos de Astorga. Los segadores gallegos en su paso hacia Castilla, donde iban a trabajar, continuaron con la tradición depositando una piedra a su paso. En su base, a lo largo de los siglos los peregrinos han depositado piedras traídas desde su lugar de origen en la peana de la cruz hasta formar un monte.

Esta altitud marca la separación entre la Maragatería y el Bierzo. El primer pueblo berciano es el Acebo.

Según documentación de Juan Uría los vecinos de esta localidad estuvieron libres de impuestos a cambio de colocar ochocientas estacas para indicar el camino a los viajeros.


Foncebadón y la Cruz de Ferro aparecen ya 1632 en la novela "La Niña de los Embustes" de Castillo Solórzano, con bastante imprecisión en cuanto a la localización de dicha cruz, y con la que quizás pudiera ser la aparición por primera vez en la liateratura de la palabra maragato, si bien que referida a gentes del Bierzo.

Fray Martin Sarmiento, en su segundo viaje a Galicia (1754) menciona la existencia aún de otra de las cruces que delimitaban el coto concedido a la alberguería de Foncebadon en 1103, y en este caso se trataba de la cruz que existía en el camino a Tabladillo.